El Matrimonio Catòlico
Desde el inicio de los tiempos, cuando Dios creó a la primera pareja, les dio
un ordenamiento que hizo de su unión una institución natural dotada de vínculo
permanente y exclusivo, de modo que ya no son dos sino una sola carne, sin que
nadie en la tierra pueda separar lo que el mismo Dios ha unido (cfr. Mt. 19,
6).
En el matrimonio, además, recibieron Adán y Eva el encargo de multiplicarse y
llenar la tierra, siendo colaboradores de Dios en la tarea de transmitir la vida
y propagar la especie humana. De esta manera, Dios proveía también el
crecimiento de la sociedad.
Para los bautizados el matrimonio es, al mismo tiempo, un gran sacramento que
significa la unión de Cristo con la Iglesia (cfr. Ef. 5, 32), ya que la ley que
lo modela es el amor de Cristo a su Iglesia, que le hizo entregarse para
santificarla y tenerla para Sí gloriosa, sin mancha ni arruga, santa e
inmaculada (cfr. Ef. 5, 25-27).
Resumiendo lo anterior podemos afirmar que el matrimonio es, desde el
principio de la humanidad, una institución natural establecida por el mismo
Creador y que, desde Nuestro Señor Jesucristo es además, para los bautizados, un
sacramento.